¿Has oído alguna vez la palabra sexting? Quizás hasta lo hayas practicado sin saber realmente que, como para todo, también hay una palabra que lo define.
El sexting es una forma más de disfrutar de tu sexualidad de la mano de la tecnología. Pero veamos en profundidad en qué consiste y qué implica esta práctica.
La palabra «sexting» procede de usar las palabras inglesas «sex» (sexo) y «texting» (enviar mensajes) y consiste en enviar mensajes, fotos o vídeos de contenido erótico y sexual personal a través de dispositivos tecnológicos de manera voluntaria.
Habitualmente se suele realizar de manera íntima, para juguetear con alguien que acabas de conocer en una app de contactos o en redes sociales y acrecentar las ganas de veros para tener sexo real. También lo practican algunas parejas para “calentarse” y mantener relaciones sexuales a distancia o sólo por placer o para escapar de la rutina.
El problema surge cuando esas imágenes llegan a manos de muchos usuarios cuando una de las partes no respeta la intimidad de la persona que envía sus fotos o vídeos. ¡Y eso es delito!
¿Puede el sexting ser seguro? ¡Sí! Si quieres saber cómo, no te vayas todavía.
Es muy importante conocer los riesgos de practicar sexting para hacerlo de manera segura. Debemos tener muy claro con quién, cómo y cuándo enviar nuestros nudes, que es como coloquialmente nos referimos a las fotos hot que enviamos vía móvil.
Como con todo en el sexo, es necesario que haya un consentimiento previo y explícito de las personas que van a practicar sexting. Valora también si esa persona es de confianza y si sería capaz de proteger tu intimidad. Si tienes dudas, es mejor que no mandes nada.
Nunca, nunca envíes una foto erótica o sexual sin preguntar antes. Asegúrate de que esa persona quiere recibir de ti ese material. Tampoco compartas con terceros el material que recibas de alguien, aunque creas que a esa persona no le importa, ni distribuyas contenido de otra persona que te haya enviado un amigo o conocido; ambos son delitos penados.
Y, por supuesto, la persona con la que vayas a intercambiar este contenido erótico debe ser mayor de edad. De lo contrario, podría considerarse un delito y confundirse con pornografía infantil o abuso de menores.
Ahora que conocemos los riesgos, pasemos a la parte divertida del sexting.
El sexting debe vivirse como cada uno considere. Es una forma juguetona de conocer un poco más a esa persona en el ámbito sexual, comprobar si realmente hay feeling entre vosotros y ver si vuestros roles son compatibles.
No tenemos pruebas, pero tampoco dudas de que ya lo has practicado. Pero aun así vamos a darte algunos consejos para sextear de forma divertida y segura. Y si es tu primera vez, también te interesa seguir leyendo.
Antes de empezar, debes tener muy claro qué quieres enviar. Solo texto, fotos, vídeos… Y cómo lo vas a hacer, si usaras el móvil o el ordenador.
Poco a poco. No lo envíes todo de golpe, ni lo des todo en la primera foto. Recuerda que tú pones los límites.
Si envías textos es importante que seas capaz de describir las sensaciones a través de tus palabras para excitar a la otra persona. Y si mandas fotografías, comienza insinuando para tomar antes el pulso al otro.
En definitiva, ve con calma y no hagas nada que no quieras hacer.
En el sexting todo está permitido, siempre que esté consensuado y consentido.
Cuanto más cuides los detalles más morbosa será la situación. Utiliza lencería erótica o algún disfraz. También puedes incluir juguetes sexuales para que se imagine todo lo que podríais llegar a hacer si estuvierais en el mismo sitio.
A menos que la confianza sea máxima, procura no mostrar la cara ni ninguna particularidad del cuerpo por la que te puedan reconocer, como tatuajes, cicatrices o marcas de nacimiento.
Pon atención al lugar en el que estás. Además de ambientar el momento, debes elegir un sitio lo más neutro posible que no sea fácilmente identificable. Evita tener la opción de geolocalización activada.
Utiliza la aplicación que mejor se adapte a ti y te permita poner tus propios límites. Algunas apps permiten mensajes efímeros que solo se pueden ver una vez y otras que te avisan si la otra persona hace captura de pantalla.
Incorpora pequeñas marcas de agua en cada foto o vídeo. Pueden ser las iniciales de la personas con la que estás practicando sexting, o algún detalle que te permita identificarlo. De esta manera, si filtra tu contenido sabrás quién ha sido.
Asegúrate antes de darle a la tecla “enviar”. Comprueba a quién se lo estás enviando realmente. No queremos que acabe en manos equivocadas o en el grupo de WhatsApp de la familia.
Da rienda suelta a tu imaginación y diviértete. El sexting es para disfrutarlo, ya sea porque la otra persona se encuentra lejos o porque estáis jugando para avivar la llama.
Si lo vas a hacer con dudas o prejuicios, es mejor que no lo practiques.
Nunca reenvíes contenido de otras personas, y mucho menos sin su consentimiento.
Esta práctica no consensuada se conoce como «sexpreading» y se considera un delito.
No hagas lo que no te gustaría que te hicieran a ti.
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Antes de practicar sexting, piensa en las consecuencias que puede tener para ti. Debes tener en cuenta lo que puede acarrear y ser muy consciente de ello:
La ley recoge como delito la distribución de imágenes íntimas sin consentimiento y está penado de forma muy grave. Sobre todo si las víctimas son personas menores de edad, ya que se considera pornografía infantil.
Recuerda que si no eres tú misma la persona que aparece en la imagen no puedes compartirla. Y tampoco es válido que aparezcan varios en la fotografía, aunque tú seas uno de los que salen en la foto o vídeo.
Es más que probable que en algún momento lleguen a tus manos imágenes íntimas de otras personas. En ese caso, debes tener en cuenta lo siguiente:
Recuerda, cualquier práctica sexual, incluido el sexting, debe ser consensuada y consentida explícitamente por las personas implicadas.
La cara más oscura del sexting es la que afecta a los menores de edad.
Los adolescentes también tienen necesidad de experimentar y muchos lo quieren hacer a través del sexting para empezar a tener contacto con su sexualidad. Y lo hacen sin saber que pueden llegar a ser víctimas de adultos que se aprovechan de esa situación y esa vulnerabilidad.
Estamos hablando del «grooming», que consiste en establecer lazos de amistad con un menor, de manera deliberada por parte de un adulto, para obtener satisfacción sexual mediante el envío de imágenes eróticas o pornográficas, solicitando éstas, o incluso como medio y preparación a un encuentro sexual posterior.
Efectivamente, se refiere a la pederastia y supone un grave problema sobre la seguridad de los menores en Internet. Pero aunque sea el mayor peligro, la sextorsión y el cyberbullying aparecen en todas la edades. Practicar sexting no es malo en sí, sino el mal uso de éste.
Una vez analizados los riesgos de esta práctica, sólo queremos que disfrutes del sexting de la manera más segura posible y con toda la información en tu poder.
El sexting puede tener un impacto psicológico significativo en las personas involucradas, tanto positivo como negativo. Por un lado, puede generar emoción, satisfacción y una mayor intimidad en la relación.
Sin embargo, también puede generar ansiedad, vergüenza, culpa o estrés si las imágenes o mensajes íntimos caen en manos equivocadas o son compartidos sin consentimiento. Es importante manejar el sexting de manera saludable para minimizar los riesgos emocionales.
Una forma de manejar el impacto psicológico del sexting es establecer límites claros y comunicarse abiertamente con la pareja sobre las expectativas y los deseos.
Además, es esencial mantener la privacidad y la seguridad al enviar imágenes o mensajes íntimos. Esto implica asegurarse de que se trata de una persona de confianza y utilizar aplicaciones seguras para el intercambio de contenido íntimo.
También es importante recordar que el sexting es una opción personal y no se debe sentir presión para participar en ello. Si el sexting genera malestar o incomodidad, es importante comunicarlo y buscar otras formas de expresión de la sexualidad, como el uso de juguetes sexuales, como un dildo o un vibrador realístico, o la exploración de la lencería sensual.
La clave es priorizar el bienestar emocional y mantener un diálogo abierto y respetuoso con la pareja sobre las preferencias y los límites en el sexting.