La masturbación de la vulva no es únicamente una práctica que produce placer, aunque también. Este acto de amor propio tiene sus beneficios fisiológicos y psicológicos más allá, y no lo digo yo, sino que existen estudios que lo avalan.
Algunos de los principales motivos para masturbarse:
Es la mejor manera de conocer el cuerpo y el placer propio. Si sabemos qué y cómo nos gusta, nos costará menos alcanzar el clímax, pero también orientar a la pareja de cara a un encuentro erótico satisfactorio.
Refuerza la autoestima y la autoconfianza, y esto siempre es bueno.
Favorece la relajación, e incluso nos ayuda a coger el sueño cuando pasamos por etapas de estrés o ansiedad.
Fortalece el sistema inmunitario.
Mejora la lubricación natural al aumentar la circulación sanguínea en la zona pélvica.
Se trabaja el suelo pélvico durante la estimulación y el orgasmo.
El cóctel de hormonas segregadas como endorfinas, oxitocina y dopamina favorecen el buen humor.
Alivia dolores leves o moderados, ya sea un dolor de cabeza o molestias menstruales por ejemplo.
Cuándo empieza la masturbación de la vulva
Se tiende a pensar que las mujeres cis empiezan muy tarde a masturbarse, eso las que reconocen hacerlo de adultas. No obstante, el descubrimiento de la sexualidad propia comienza mucho antes, en los tiernos 2-5 años.
Los primeros contactos con la vulva son de autoconocimiento, al igual que tiempo antes miraban las manos o se tocaban la cara con curiosidad, en esos años puede comenzar una exploración diferente, sin ningún tinte erótico per se, ¡no confundamos las cosas! Explorar la vulva durante el baño, rozarla sobre la ropa, frotarse contra superficies... Es algo natural en las pequeñas de estas edades o más mayores. Se hace de manera inconsciente, sin conocer realmente lo que están haciendo, pero sí puede darse que descubran el placer que les proporciona y repitan con ese fin; como repetir un sabor de helado porque ha gustado.
A pesar de estos primeros pasos tempranos, socialmente se tarda mucho en reconocer abiertamente, o en tener un concepto positivo respecto a la masturbación (que a veces ni sucede). Es importante normalizar la masturbación de la vulva y no castigarla en las más pequeñas, sino remitir a que sea algo que hagan en privado. Quizá así, cuando sean adultas, no estigmatizarán esta placentera práctica.
La masturbación es una gran forma de conocer nuestro placer, y no debería ser algo que se abandone cuando exista una pareja o amante, o cuando lleguemos a determinada edad, pues no existe un tope para seguir conociéndose y disfrutándose.
Técnicas de masturbación de la vulva que tienes que probar
La masturbación abarca tanto la estimulación interna como externa, no sólo de los genitales, sino de cualquier punto erógeno que tenga nuestro cuerpo. Si bien es muy habitual pensar que todo depende del clítoris, la vagina, el ano, las zonas circundantes, y hasta ese rincón que no se entiende como estimulante, pero que a ti te encanta, están dispuestos para el menú de la masturbación.
Cada maestrillo tiene su librillo, que dirían. Igualmente, con la masturbación, sucede que cada persona aprende a su manera, descubre nuevas prácticas que prueba y decide o no incorporarlas a su vida. Por supuesto, no existe una mejor forma de hacerlo en general, sólo la mejor forma para ti.
Dicho esto, nunca está de más continuar la exploración o modificar patrones de estimulación, quien sabe si no encontrarás, entre nuestros consejos, tu nueva forma preferida de masturbar la vulva.
Probablemente es una de las primeras técnicas más empleadas en la masturbación consciente. Zonas blandas y adaptables que podemos rozar contra los genitales, sin necesidad de enfrentarse a la, a veces, complicada arquitectura de la vulva.
Basta rozar al ritmo que deseemos, incrementando la presión a medida que el placer aumente. Una almohada, el borde de la cama, un peluche, una toalla enrollada... Existen muchas maneras de llevar a cabo esta estimulación y, además, de manera relativamente discreta.
El chorrito de la ducha
La alcachofa de la ducha podría entenderse casi como uno de los primeros juguetes eróticos empleados para la estimulación de la vulva; no tanto por historia antigua sino por ser uno de los métodos más empleados cuando usamos algo dirigible (y no un vibrador).
En este caso podemos regular la temperatura, la intensidad del agua, si es más o menos directa... Personalizar a nuestro gusto cómo disfrutamos de esos momentos acuáticos.
La ducha puede ser muy placentera, pero ten cuidado con las altas temperaturas y, bajo ningún concepto, introduzcas agua en la vagina, ya te digo yo que no quieres exponerte a una infección.
Caricias largas y lentas
Una muy buena manera de ser conscientes de las sensaciones producidas y qué partes responden mejor a nuestro juego. Acaricia con los dedos de manera suave, haciendo pasadas largas y lentas sobre la vulva.
Puedes internarte entre los labios y separarlos para acariciarlos mejor. No corras, en esta técnica prima la lentitud y el autoconocimiento. Aunque nadie descarta un posible orgasmo, así que si ves que está por venir, no le cierres la puerta.
En círculos
Junto con el movimiento de "arriba y abajo", la técnica circular es de las más utilizadas. Si en la primera el movimiento del dedo (o dedos) se mueven de manera ascendente, aquí se introduce un giro, que hará que se rocen zonas diferentes.
Puede parecer una tontería, pero la dirección del círculo importa mucho. No todos los clítoris son receptivos a la estimulación en ambos sentidos, hay a quien le molesta en una dirección concreta y en la otra le alucina, así que explora y descubre si en tu caso importa o no.
Descubre el Punto U
¿Ya estamos con puntos? Pues sí, en este caso el Punto U, relacionado con la uretra, específicamente un poquito más arriba de ésta.
Su estimulación puede provocar un gran placer, pero requiere quizás de una estimulación más suave, al menos hasta que le cojas el ritmo adecuado. Empieza acariciando la zona, pero mejor si lo haces con los dedos bien lubricados, resbalarán mucho mejor y las sensaciones fluirán que da gusto.
Espejito mágico
Esta técnica es fantástica para conocer mucho mejor los genitales y cómo estos cambian durante la estimulación erótica. Por no hablar del morbo de verte la cara mientras te masturbas y el trabajo de autoestima que se hace.
Fuera vergüenzas, adora a tu vulva observándola y reconociéndola con los dedos, indagando en cada pliegue y recoveco. No hay ninguna prisa, prueba diferentes velocidades, deléitate viendo cómo se hinchan los labios o cómo lubrica tu vagina.
No voy a negar que recibir un masaje por parte de otra persona tiene mucha más gracia que hacerlo por tu cuenta; no obstante, puede ser también una muy buena forma de explorar el cuerpo y las sensaciones que produce cada roce o caricia.
Sírvete de un aceite de masaje para que las manos resbalen mucho más, y no te dejes ninguna parte por explorar. Más allá de los genitales es donde el paseo debería empezar, y ya cuando llegue el momento, las manos encontrarán la húmeda vulva, para que continúes con el juego de una manera quizá más intensa.
El propósito de este masaje no es tanto el orgasmo como la relajación, el amor propio y el reconocimiento del placer.
Juego de los 30 segundos
Como si el botón del cambio de patrón del vibrador se te hubiera roto. Aquí el juego es variar el modo de estimulación cada 30 segundos.
Que igual te parece una locura cuando tú sabes cómo te gusta, pero también puede ser muy divertido activar el modo random de tu mano y ver cómo puede sorprenderte con esa estimulación intermitente.
Ojos tapados
Esta técnica mejora exponencialmente cuando se hace en compañía, aunque también puedes hacerlo por tu cuenta.
La gracia reside en que no veas nada, y sólo te centres en el placer obtenido. Si es tu amante quien te tapa los ojos, es mucho más placentero. En este caso no sólo no verás nada, sino que desconocerás cuál será el siguiente movimiento o incluso dónde. La sorpresa y ese morbo de lo desconocido aumentarán las sensaciones percibidas de manera brutal.
Eso sí, mejor hacerlo con alguien en quien confiemos plenamente. No sólo por eso de que use el producto erótico que no es, sino porque la conexión te dará una libertad única para soltarte ante el placer.
Doble placer
Si lo tuyo es la multitarea, también tengo una técnica para ti. No te quedes únicamente en estimular el clítoris, la vagina o el ano, ¡diversifica!
Para ello podemos usar los dedos, pero si contamos con juguetes la cosa será mucho más divertida y estimulante. Puedes usar un vibrador en el clítoris mientras tienes un plug en el ano; cabalgar un dildo mientras el succionador hace lo suyo en el clítoris; colocarte unas pinzas de pezones y penetrar el ano con un dildo anal... Las combinaciones son innumerables, deja que tu imaginación fluya y móntate esa orgía a solas con tus juguetes, no te defraudará.
Como si fuese un pene
Con esta técnica nos centramos especialmente en el glande del clítoris, o lo que es lo mismo, la parte visible de éste.
Se trata de sujetar el clítoris con los dedos, como si se tratara de un pene pequeñito, y realizar movimientos masturbatorios ascendentes y descendentes. Para esta técnica recomiendo contar con la lubricación justa y necesaria, de lo contrario no podrás sujetarlo con la firmeza suficiente y se te escurrirá.
El sándwich
Para esta técnica visualizaremos la vulva como un bollito, y los dedos como el relleno. Raro, lo sé, pero interesante, así que sigue leyendo.
Coloca el dedo índice y corazón juntos (también vale corazón y anular), ubícalos entre los labios vaginales y sírvete del resto de los dedos para juntarlos (o cerrar el bocata). Ahora mueve lentamente la mano de arriba a abajo, acariciando el clítoris y el resto de la vulva, haciendo presión en las zonas que lo pidan. Aquí la cosa mejora mucho con una abundante lubricación, ponte dedos a la obra y... ¡splash!
Hay algunos clítoris ultra sensibles, hasta tal punto que no soportan una estimulación directa. Para estos casos la masturbación de la vulva sobre los labios es ideal. No existe contacto directo, sino que se acaricia y presiona sobre los labios vaginales.
También es una técnica ideal para comenzar a caldear el ambiente. Una manera de que la entrepierna te pida guerra de aquí a la Luna, dale lo que pide, pero antes juega un poco para aumentar la lubricación.
Meditación orgásmica
Si lo que buscas es algo más místico, puedes explorar la meditación orgásmica. En este caso puede ser práctico contar con la ayuda de tu amante, por eso de poder concentrarte completamente en las sensaciones.
Relájate y acomódate mientras sus dedos acarician tu clítoris. En lugar de centrarte en la respiración, deberás hacerlo en lo que sientas con la estimulación del clítoris. Tómate tu tiempo para esta técnica, dedicarle 10-15 minutos no será ninguna locura.
El collar de perlas
Las texturas son una forma diferente para la masturbación de la vulva. Aquí te sugerimos que pruebes con un collar de perlas. Por supuesto, debes lavarlo antes, no queremos que tengas ninguna infección.
Úsalo para abrazar el clítoris, pasearlo suavemente sobre los labios, colocarlo entre los labios y que rocen su parte interna y el clítoris, enrollarlo en la mano y masajear la vulva, introducirlo en la vagina y colocar el otro extremo sobre el clítoris para después tirar de él y extraerlo...
Emplea tu creatividad para encontrar la manera que mejor se adapte a tus gustos. Esta exploración tiene muchas variantes, y todas muy excitantes.
En conclusión, la masturbación de la vulva es una práctica que va más allá del placer y está respaldada por la ciencia. A través de la autoexploración, podemos conocer nuestro propio cuerpo y placer, lo que no solo facilita el orgasmo, sino que también puede guiar a nuestra pareja hacia un encuentro erótico satisfactorio. Además, la masturbación fortalece la autoestima, promueve la relajación y ayuda a conciliar el sueño durante períodos de estrés o ansiedad. Tiene beneficios físicos, como el fortalecimiento del sistema inmunológico y la mejora de la lubricación natural. Asimismo, se estimula el suelo pélvico, se liberan hormonas que mejoran el estado de ánimo y puede aliviar dolores leves.
La masturbación de la vulva es una práctica natural y saludable que ofrece numerosos beneficios físicos y psicológicos. Es una forma de amor propio que nos permite explorar y disfrutar de nuestro propio placer, y no debería abandonarse debido a la presencia de una pareja o a medida que envejecemos.
Al contrario, seguir explorándonos y disfrutándonos a lo largo de nuestra vida puede ser una experiencia enriquecedora. ¡Descubre tus propias técnicas y disfruta de un placer íntimo y empoderador!
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