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Cuando hablamos de BDSM lo primero que nos viene a la mente son esposas, azotes, látigos y, como no, el best seller y posterior éxito cinematográfico ‘Cincuenta Sombras de Grey’.
Pero esta práctica sexual va mucho más allá. De hecho, el BDSM incluye disciplinas diferentes que veremos a continuación. Acompañamos a descubrir este apasionante mundo.
El término BDSM fue creado en 1990 para abarcar un grupo de prácticas y fantasías eróticas. Las siglas corresponden a Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo.
Veamos qué implica cada una de ellas exactamente.
El Bondage hace referencia a los roles de poder asimétricos como amo-esclavo. Es para quienes disfrutan pasiva o activamente de las ataduras. El desarrollo de esta práctica sexual se basa en la inmovilización del cuerpo de la otra persona, ya sea mediante cuerdas, arneses o esposas.
Un nivel más avanzado es el Shibari, una técnica de ataduras con fines eróticos para la que se aconseja una formación previa.
Toda disciplina conlleva un castigo si no se efectúa de manera estricta. Esta práctica erótica hace referencia a las reglas, castigos, adiestramiento, protocolos de comportamiento o posturas que debe adoptar la persona sumisa frente a su dominante.
Los castigos corrigen el incumplimiento de esa conducta.
La Dominación va más allá de los latigazos, ataduras y azotes. No se limita solamente al aspecto físico del castigo sobre el cuerpo o la inmovilización, sino que tiene un aspecto psicológico que, incluso, tiene más peso.
La persona en el rol de dominación manda y dispone. Lo que excita al dominante es saber que tiene el control sobre la otra persona. Queda excluida cualquier práctica de dominación sin consentimiento y consenso del dominado.
La dominación siempre estará unida a la sumisión. No hay dominante sin sumiso y viceversa.
La Sumisión es permanecer bajo la voluntad y merced de la persona dominante. Es la situación complementaria de la dominación.
Lo que estimula al sumiso es ser consciente de que pueden hacer con él lo que quieran, siempre con consentimiento y consenso. El rol sumiso es siempre una decisión voluntaria, con límites establecidos por la persona que acepta la sumisión.
El término proviene del Marqués de Sade, escritor en cuyas novelas eróticas los personajes infligían dolor a otros durante los juegos sexuales.
Por tanto, se utiliza para referirse a prácticas eróticas en las que una persona obtiene placer causando dolor, humillación o incomodidad a otra persona que acepta esa situación.
No hay sadismo sin masoquismo. En esta conducta sexual se obtiene excitación mediante el propio dolor físico o psíquico, la humillación, la dominación y el sometimiento.
La palabra deriva del novelista Leopold von Sacher-Masoch cuyo personaje principal, de su obra más conocida, humilla y causa dolor físico a su pareja, que a su vez disfruta con dichos castigos.
Todas estas prácticas han de ser voluntarias y no pueden ir más allá de los límites establecidos por la persona que recibe el dolor, la humillación o la incomodidad, y se pueden frenar en cualquier momento.
Cada una de las prácticas de BDSM están relacionadas entre sí, pero son independientes.
No tienes por qué llevarlas todas a cabo. Cada una de ellas se puede hacer por separado, son las partes implicadas las que ponen sus límites y establecen unos protocolos que deben seguirse a raja tabla; el BSMD no existe sin consenso y consentimiento de las partes implicadas.
Además, tiene que hacerse de manera segura y sensata. En el momento en que alguno de los participantes quiera parar el juego, éste debe detenerse inmediatamente. Todo lo que no esté dentro de esos límites, no es BDSM.
Aunque el boom de las novelas eróticas ha acercado más el BDSM a la sociedad, siguen existiendo prejuicios y creencias erróneas en torno a estas prácticas sexuales. Desmontamos algunas de ellas.
El BDSM NO es una desviación sexual que roza el maltrato físico. Esta práctica sexual es tan válida y sana como cualquier otra en la que el consentimiento mutuo es imprescindible.
Practicar BDSM NO es una enfermedad mental. NO es una práctica para gente perversa.
NO es una práctica abusiva. En el BDSM se garantiza que nadie haga nada si no quiere. Las personas que lo practican ponen sus propios límites en función de su tolerancia al dolor, gustos y apetencias.
De hecho, se establecen códigos de seguridad con palabras clave para saber cuándo parar.
NO es extrapolable a otras facetas de la vida. El BDSM tiene un tiempo de duración, al que solemos referirnos como sesión. La dominación/sumisión termina cuando finaliza el juego. Sí existen relaciones 24/7, pero suponen un nivel muy avanzado al que sólo puede llegarse con confianza, experiencia y dedicación, siempre con la implicación voluntaria de ambas partes.
Como el BDSM tiene diferentes intensidades, en realidad muchos lo practican sin ni siquiera saberlo. Es fácil que en nuestras relaciones sexuales aparezcan juegos de dominación y sumisión sin casi darnos cuenta.
Partiendo de esta base, si queremos profundizar en estas prácticas, lo primero que necesitamos es responsabilidad y algunas cualidades que veremos a continuación.
Como en toda relación sexual, la imaginación y la creatividad juegan un papel fundamental. Tanto para iniciarla como para mantener el rol de dominante o sumiso y disfrutar así del juego pactado.
Sobre todo en las primeras veces, debes tener la mente abierta y dejarte llevar. Ponte a prueba sin perder de vista tus límites.
Si has llegado hasta aquí es porque quieres y confías en la otra persona. Si no, no sigas. La confianza mutua es imprescindible para poder concentrarse en el placer.
El BDSM es una cuestión de actitud. No es una práctica sexual que se pueda tomar a la ligera. Cuantas más ganas de probar y entrar en el juego, mayor será el placer obtenido.
Existen infinidad de accesorios que te pueden ayudar a adentrarte en el mundo del BDSM. Empieza de menos a más, con esposas, vendas, máscaras, cuerdas, arneses o fustas.
Si quieres subir el nivel, atrévete con collares con correa y esposas, mordaza o palas. Y si quieres tener tu propia habitación roja, incluye un columpio.
Como ya os hemos adelantado, lo mejor es empezar por el principio.
El Bondage es la mejor opción para iniciarte en el BDSM. Seguro que ya lo has hecho antes casi sin darte cuenta. Empieza por todas esas prácticas que tienen que ver con la inmovilización.
Esposas, cuerdas, cadenas, lazos… Busca tu rol, dominante o sumiso, investiga qué te gusta sentir y qué no. Puede que no le encuentres sentido a la primera, sigue probando si te apetece hasta que consigas disfrutar de la situación e, incluso, subir de nivel.
Recuerda que no hay nada establecido, los límites los pone cada cual.
El control mental es básico para practicar BDSM. Hay que vivirlo desde el placer. Cada uno debe conocer sus límites y previamente hay que definir las reglas del juego para garantizar que las relaciones sean seguras y satisfactorias para los implicados.
Confianza y empatía son necesarias para llevar a cabo estas prácticas sexuales.
El BDSM es una disciplina excitante. Te damos unos tips por si te animas a probarlo.
Hay que saber diferenciar. Huye de todas aquellas personas que creen que la dominación es obligar. Lo hemos dicho desde el principio, los roles de dominación y sumisión son voluntarios. Para ser dominante debe preguntarte por tus límites primero. Si sólo te pide obediencia desde el principio, es que no tiene ni idea de BDSM. No sigas por ahí. Sobre todo, no hagas nada que no quieras hacer, ni asumas nada que no desees.
Y si lo extrapola a la vida diaria, con frases como “no puedes hacer nada si yo no te lo digo”, “no puedes acostarte con nadie y sólo puedes hablar conmigo”, no es BDSM, es maltrato.
Ahora que tienes toda la información y algunos consejos, abre tu mente y a disfrutar del BDSM.
¡Si quieres, claro!