El sexo, a lo largo de la historia, siempre ha estado rodeado de un aura de mitos. Mitos que, en general, eran -y son- destinados a desincentivar determinadas prácticas. Carecen, en su mayoría, de cualquier vestigio de veracidad científica, fisiológica o sociológica; pero ello no ha hecho que desaparezcan. Al contrario, a medida que pasan los años y los siglos, y se desmienten los dichosos mitos sexuales, aparecen nuevos para no perder ese estigma que parece acompañar siempre a la sexualidad, de una u otra manera.
En este artículo verás alguno de los mitos sexuales e ideas preconcebidas que existen actualmente relacionadas con el sexo, y te ayudará a despejar preguntas. No obstante, si te surgen dudas sobre algo que has leído/oído o te han contado, consulta con especialistas antes de creértelo a pies juntillas.
Existe una edad adecuada para perder la virginidad
El tema de la virginidad da para un tratado. El concepto "virginal" puede resultar arcaico, y las ideas relacionadas con ello dan para saga. Una constante es la idea de que existe una edad concreta para ese primer paso vital; la primera vez en el sexo.
Hay personas que pierden la virginidad muy jóvenes (antes de los 14), otras que lo hacen en la vida adulta (a partir de los 30), otras que lo descubren en edad más avanzada, pero de media es la mayoría de edad cuando parece acuciar la necesidad de pasar ese trance y se disparan las estadísticas. Podría divagar y hablarte de edades recomendadas, según el tipo de práctica, pero este asunto es tan subjetivo que me niego a que sientas presión alguna por mi parte.
¿Existe, por tanto, una edad adecuada para perder la virginidad? Sí. La que tengas cuando sientas que ha llegado el momento. Y da igual que tengas 14, 18, 35 o 74 años. Se trata de una decisión absolutamente personal que sólo tú puedes tomar. No te dejes influir por tu pareja, amistades o la sociedad en su conjunto. Hazlo cuando quieras, no cuando te digan que debes.
Un clásico dentro de los mitos sexuales. Se tiende a asociar el sexo con el coito -en esencia, penetración-, dejando el resto de prácticas eróticas al margen, como que fuera sexo de menor valor la masturbación o el sexo oral, por ejemplo. Es un terrible error, pues concebimos así una idea cuadriculada de lo que es o no disfrutar del sexo.
Desmontemos la teoría. Si un día decides comer "de desayuno", ¿acaso no estás comiendo? ¿Estás desayunando a las 2 de la tarde aunque ya hayas desayunado a las 9 de la mañana? ¿Tomarte unas tostadas, un zumo y un cacao (en definitiva, el menú) lo hace menos "comida"? En absoluto.
Pues igual en el sexo. El menú en la cama -o lugar elegido- no hace que el encuentro erótico sea mejor o peor, eso lo hace la calidad de la práctica. Podremos decir, por tanto, que hemos tenido sexo aunque la penetración no haya estado ni en la imaginación.
El sexo tiene que ser espontáneo
Posiblemente coincidamos, tú, yo y unas cuantas personas más, en lo excitante que puede ser el sexo espontáneo. Pero también debemos reconocer lo estimulante que puede ser planificar un encuentro erótico.
Ya sea porque tenemos una agenda muy apretada, porque no vivimos en la misma ciudad que nuestra pareja, porque queramos representar una fantasía en concreto, o el motivo que sea, contar con la anticipación puede hacer crecer el morbo y tenerte, incluso semanas antes, caliente como el palo de un churrero.
Además, con la sinceridad por bandera, ¿acaso, muchas de las veces que tienes sexo, no tienes claro desde antes que va a pasar? Claro, puedes simular que te pilla de nuevas, pero a mí no me engañas.
El matrimonio acaba con el sexo
Decir que el matrimonio acaba con el sexo es, además de una babosada como una catedral, un chascarrillo de macho de mal gusto. Todas las relaciones tienen altibajos, y cualquier persona pasa por momentos de más o menos apetencia. Firmar un papel en el registro civil no acaba con la pasión; la dejadez, la apatía, el aburrimiento, la monotonía, y mil cosas más, sí. Otro de los mitos sexuales que no tiene razón de ser.
¿Por qué el matrimonio, y no el mudarse a la misma casa? La confianza, estabilidad y costumbres no se crean por un certificado de matrimonio, sino por la convivencia. El compartir espacio -con o sin matrimonio- hace, inevitablemente, que las cosas cambien. Cuando cada cual estaba en su casa, se debían planificar los encuentros, quizá se anhelaba más el contacto, los momentos de intimidad... Pero cuando eso es factible en el día a día, es plausible que el interés decaiga. Ahí es cuando debemos ponernos las pilas y mantener esa atracción, la pasión, el juego y el interés porque la vida sexual no sufra con los cambios.
Los afrodisíacos aumentan el deseo
El deseo es lo suficientemente complejo como para no verse afectado directamente por un afrodisíaco. No obstante, cuando tomamos o aplicamos estos productos, es posible que la sensación física provocada (un aumento de la circulación en la zona de aplicación, un cosquilleo...), influya en el deseo sexual.
Dicho esto, olvídate de que tu pareja salte sobre ti sólo porque pongas canela en la cena o apliques cremas estimulantes. Si quieres que tu amante tenga más deseo, trabájatelo más. Obvia los productos afrodisíacos y alimenta su imaginación, plantea nuevas prácticas, comunícate para saber qué necesita y encuentra formas estimulantes de llamar su atención (un baile erótico improvisado, sexting en un momento inesperado o una novela erótica en la mesilla, por ejemplo).
El objetivo del sexo es... el sexo. El placer, la conexión, las sensaciones, los descubrimientos, la interacción y millones de cosas más. El orgasmo es un fin probable, pero no imprescindible. Puedes tener un encuentro sexual totalmente satisfactorio para todas las partes sin que el orgasmo se haya acercado siquiera.
Disfrutar del viaje es lo que importa, y olvidarnos de esa supuesta recompensa que es el orgasmo. Como un premio por haberlo hecho bien y que, si no llega por lo que sea, es que no ha merecido la pena el viaje, ni siquiera el sacar la maleta del armario.
Céntrate en el placer, en cómo sientes cada roce, en cómo reacciona la otra persona, en las respiraciones, los susurros; todas esas fascinantes muestras de lo gratificante que es el encuentro. Y, por favor, dejemos de darle tanto protagonismo al orgasmo. Tanto revuelo para unos breves segundos de caída, menospreciando el resto del trayecto de esa excitante montaña rusa que es el sexo.
Soy responsable del placer de la otra persona. Tengo que ser su mejor amante
Bueno, está bien preocuparse e interesarse porque todas las personas implicadas disfruten. No obstante, es responsabilidad de cada cual saber qué necesitamos, cómo y cuándo y, no temer pedirlo o proporcionárnoslo en primera persona.
¿Qué necesitas estimulación directa en el clítoris para tener un orgasmo? Tienes tres opciones: llevas la mano a la vulva, le pides lo que quieres a tu amante, o te quedas con las ganas. ¿Qué te gusta que te metan un dedito en el culo cuando te hacen una felación? Pues igual: lo pides, lo haces por tu cuenta o te aguantas las ganas.
Hazte responsable de tu placer, sabiendo que para ello es necesario comunicar lo que deseamos, no resignarse a mal sexo. Y si quieres ser su mejor amante, olvídate de la bola de cristal y sigue sus señales e indicaciones, escucha activa y acercarás el nirvana.
El tamaño importa: carro grande, ande o no ande
La cuestión del tamaño se asocia generalmente al pene, propagando la idea de que un mayor tamaño supone un aumento del placer que pueda proporcionar. Nada más lejos de la realidad.
Un pene de tamaño medio es igualmente capaz de proporcionar altas dosis de placer que uno grande. No obstante, aún nos dejamos llevar por esas ideas, creyendo que es necesario más y más para hacer ver a tu pareja las estrellas; cuando, incluso, un tamaño excesivo puede traer más problemas que beneficios.
Como en muchas otras cosas en el sexo, sino en todas, lo importante es la calidad de lo que se hace. Y esa calidad no la da el tamaño, sino la maña, el interés y la comunicación.
Debo ser muy sexual
Más no es mejor. De boquilla se puede desear tener o que nuestro amante tenga un apetito sexual insaciable, pero a efectos prácticos puede saturar o incluso desconcertar. Existe también la creencia de que el género influye en el deseo sexual, lo cual es ridículo y está más que desmentido.
El apetito sexual es cíclico y subjetivo. A lo largo de la vida podemos tener épocas de mayor o menor deseo sexual, bien por circunstancias vitales, por un exceso de estrés, por la toma de determinados medicamentos, el ciclo menstrual, el clima y hasta la alineación planetaria si nos ponemos.
Lo recomendable es saber fluir con nuestro apetito sexual en cada momento, sea mucho, poco o nulo. Querer simular lo que no somos no lleva a nada bueno, provocando agotamiento, hastío y conflictos.
No tener orgasmos durante la penetración vaginal es un problema
Es increíblemente frecuente no tener un orgasmo con la única estimulación de la penetración. En lo que a vaginas se refiere en especial. Hay que tener en cuenta que el canal vaginal, salvo pocos centímetros, tiene muy poca sensibilidad. La mayor estimulación que sucede viene derivada del clítoris.
Si lo desconoces, el clítoris no es sólo lo que vemos externamente sobre la uretra, sino que se extiende varios centímetros en el interior, llegando a los labios vaginales y más allá. De hecho, cuando se realiza penetración vaginal o anal, lo que se estimula es la parte interna del clítoris, desde diferentes ángulos obviamente. Teniendo en cuenta que la zona más sensible del clítoris es el glande (la parte externa), no es infrecuente que se precise su estimulación directa para acceder con más facilidad al orgasmo.
Con la infinidad de estimulaciones eróticas que podemos disfrutar y que nos llevarán al orgasmo de manera más sencilla, el problema es ver uno donde no lo hay.
La masturbación es una práctica de solteros o "de segunda"
De nuevo esa asociación de que el sexo, el bueno, está basado en la penetración, dejando al resto de prácticas como meros aperitivos o "preliminares" de vete tú a saber.
La masturbación es, además de una manera fantástica de descubrir y conocer nuestro cuerpo, una forma de explorar el placer tan válida como cualquier otra. Además, con la ventaja de poder ponerla en práctica tanto a solas como en compañía. Y si se hace en compañía, puedes dejar que te masturbe tu pareja o hacerlo tú mientras te observa. ¿Qué hay de segunda en ese morbazo exhibicionista/voyeurista? Nada en absoluto.
Deja ese ranking de prácticas eróticas y céntrate en disfrutar todas las que desees probar.
El sexo durante la menstruación es antihigiénico
Ay, la menstruación. Si el sexo tiene tabús y estigmas, la menstruación al menos los iguala. Es entendible que el sexo con la regla pueda parecerte un poco engorroso en determinados momentos (en especial con un flujo abundante), pero de antihigiénico no tiene nada. Por el contrario, es un magnífico analgésico ante molestias menstruales de diversa índole.
Si tu pareja y tú estáis conformes, no hay nada de malo. De hecho, durante la menstruación puede aumentar el deseo sexual, ¿te negarías ese placer sólo por un sangrado natural? No deberías.
En caso de que la posibilidad de una recreación de la Matanza de Texas no te atraiga, siempre podrás recurrir a una toalla sobre la cama, una sábana de vinilo que se limpia de lujo, esponjas menstruales que permiten incluso la penetración, o el uso de condón para que el pene no se manche (aunque ese no sea el motivo principal de uso).
El sexo anal está relacionado con la orientación homosexual
Cada vez que alguien dice que si un hombre cis hetero recibe sexo anal se convierte en gay, mueren tres gatitos. Empezaré diciendo que nadie se "convierte" en homosexual; la orientación sexual no es como convertirse al budismo, afiliarse a un partido político, ni volverse vegano.
Por otra parte, aún en el supuesto de que un factor externo modificara la orientación sexual, no sería a través de un elemento extraño insertado en el ano. Por más que mucha gente crea lo contrario, no existe ningún botón en la próstata o cerca de ella que te haga desear tener únicamente sexo homosexual.
Sí puede pasar que, tras el sexo anal, se descubran sensaciones satisfactorias, o se pierda un poco el miedo a experimentar en el sexo, en general, haciendo caso a impulsos quizá silenciados. Pero si la persona que recibe el sexo anal acaba proclamándose gay a los cuatro vientos y subiendo a una carroza en el Orgullo, no será por haber abierto el culo al placer.
No hay que olvidar que la próstata, o punto P, es una zona erógena altamente sensible. Y como tal, merece la pena explorarla, aunque sea una vez, por probar.
Si tienes pareja no deberías masturbarte
En algunas cabezas de mente cerrada existe esta idea, que cualquier práctica erótica, incluso en solitario como la masturbación, es una forma de infidelidad. Como si pusieras los cuernos a tu pareja con tu propio cuerpo, surrealista, ¿no crees?
Pero eso no es todo, hay quien dice no necesitar la masturbación porque ya tienen pareja y, por tanto, no entienden cómo su pareja sí lo necesita. Esto es un concepto erróneo de principio a fin. Tener pareja no debe limitar, en ningún momento, cómo disfrutar de tu autoplacer. La masturbación, como decía antes, no es de segunda, ni un remedio cuando nos asola la soltería. Es una práctica erótica más, y de nulo riesgo además.
Masturbarse teniendo pareja no incurre en una infidelidad, ni se traduce como falta de aprecio o atracción hacia la otra persona, ni quiere decir que no tenga suficiente. Deshazte de estos rancios mitos sexuales.
Lo explicaré muy sencillo. Antes de tener pareja comías, ¿no? Luego apareció tu pareja en escena, y a veces comías en tu casa a solas, otras compartías el menú con su presencia; pero no dejaste de comer cuando no estaba a tu lado, ni te pareció mal que por su parte cocinara su propia comida. ¿Me equivoco? Cambias comida por masturbación y ahí lo tienes. Mientras la comida la haga para su propia alimentación, ¿qué problema hay? You know what I mean...
5 mitos sexuales realcionados con la lenceria, lubricantes y vibradores
La lencería es solo para las mujeres. Este es un mito común, pero la verdad es que la lenceríano es solo para las mujeres. Existen líneas de ropa íntima diseñadas específicamente para hombres que buscan sentirse sexys y cómodos. La lencería puede ser usada y disfrutada por cualquier persona, independientemente de su género.
Los lubricantes solo son necesarios cuando hay problemas de sequedad vaginal. Muchas personas creen que los lubricantes solo se usan cuando hay problemas de sequedad vaginal. Sin embargo, los lubricantes pueden mejorar la experiencia sexual incluso si no hay problemas de sequedad. Pueden reducir la fricción, aumentar la sensación y hacer que ciertas prácticas, como el sexo anal, sean más cómodas.
Si necesitas un vibrador para alcanzar el orgasmo, hay algo malo contigo. Este mito es completamente falso. Las personas tienen diferentes necesidades y preferencias sexuales, y muchas mujeres encuentran que la estimulación del clítoris a través de un vibrador les ayuda a alcanzar el orgasmo más fácilmente. No hay nada de malo en usar un vibrador u otro juguete sexual para mejorar la satisfacción sexual.
La lencería sexy solo debe usarse en ocasiones especiales. Muchas personas creen que la lencería sexy debe reservarse para ocasiones especiales. Sin embargo, la lencería puede ser una forma de celebrar tu cuerpo y sentirte sexy todos los días. No hay ninguna regla que diga que no puedes usar lencería sexy solo porque te hace sentir bien contigo misma.
Los vibradores pueden desensibilizar tus genitales. Algunas personas temen que el uso frecuente de vibradores pueda desensibilizar sus genitales o hacer que se vuelvan dependientes de la vibración para el orgasmo. La verdad es que, si bien es posible que tu cuerpo se acostumbre a una cierta forma de estimulación, no causará ningún daño físico a largo plazo ni reducirá la sensibilidad general. Si alguna vez te preocupa que te estás acostumbrando demasiado a tu vibrador, simplemente alterna entre diferentes tipos de estimulación para mantener las cosas variadas. Descubre nuestra gama de prodcuctos para una relación sexual plena en nuestra sex shop online.
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