Vengo a romper esa burbuja y a cargarme la teoría de que "un clavo saca otro clavo". Pues es un error, como una catedral de grande, tanto en bricolaje como en lo sentimental.
Empezar un helado de medio litro cuando acabas de zamparte otro puede sonar delicioso, pero no es sano. Como tampoco lo es comenzar una relación cuando aún no se ha superado la anterior.
Las relaciones lianas son aquellas que se inician sin haber pasado el trance tras la ruptura. Antes de que dé tiempo a asentarse en la nueva realidad, a llorar o superar la pérdida (sin importar quién finalizara la relación, tú o la otra persona), a tomar aire fresco o incluso descubrir qué es lo que queremos en ese momento vital.
El clavo no sale con uno nuevo, se necesita un proceso (más o menos largo) para ello. Esto tampoco quiere decir que te escondas en una cueva por años, pero es preciso que tomes tiempo para ti antes de dejar que entre otro clavo en tu vida. Un tiempo que te ayudará a depurar aquello que pudo dolerte, aclarar las ideas y recomponerte.
Pasar el duelo puede no sonar tan emocionante como lanzarse a una nueva relación. Ya sabemos lo bien que nos hacen sentir esos inicios, el enamoramiento, las mariposas en el estómago, las nuevas expectativas.
Se pretende con ello acallar un dolor con la ilusión, pero es como una herida mal cicatrizada. Parecerá que todo está correcto, que has olvidado el daño anterior, que estás a tope para iniciar lo que esté por venir y, cuando menos, lo esperes: la herida sangrará de nuevo, se infectará y tardará más en curar que si hubieras prestado atención cuando tocaba.
Querer olvidar usando a otra persona, al fin y al cabo, no es algo sano ni responsable. Ni para ti ni para la otra persona, siendo además injusto por tu parte.
Sí, es difícil salir de esa dinámica de hormonas alteradas y responsabilizarte de afrontar tus sentimientos, pero es lo que toca.
Existen diferentes motivos por los que saltas de una relación a otra, huyendo y sin enfrentarte al verdadero problema.
De manera consciente, o inconsciente, te aterra la soledad. Estar sin pareja no es tu estado natural y piensas o sientes que vales menos cuando eres single; estás a tope con las relaciones liana, como si no hubiera un mañana.
Caes en el concepto erróneo del amor romántico en el que la nueva pareja te hará olvidar a la anterior.
La presión social también puede afectar a cómo se percibe la soltería, especialmente a partir de cierta edad, haciendo que sintamos la necesidad de encontrar una nueva pareja para seguir formando parte de la rueda.
Inviertes todo el tiempo en la pareja, olvidando el resto de relaciones importantes de tu vida. Cuando se termina, no encuentras tu sitio. ¿Cuántas veces tu círculo cercano se ha quejado por ser casi imposible verte? ¿Cuándo quedaste sin que fuera también tu pareja?
Esto puede hacer muy intenso el enganche, llegando a sentir dependencia por la pareja, o bien terminar siendo una relación soporífera y monótona.
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Al finalizar una relación, si no tenemos ese tiempo de asueto, podemos cargar con consecuencias que afectarán a nuestras futuras decisiones y sentimientos.
No te sientes a gusto contigo cuando no tienes pareja. Como si te quitaran un apoyo y te tambalearás hacia otra relación, olvidando que tu bienestar no debe depender de otra persona.
La inseguridad se extenderá a otros estratos de tu vida, haciendo la bola más y más grande.
Como si tuvieras que encontrar una silla vacía en el juego de la silla musical; se para la música cuando termina tu relación, y te lanzas a ciegas al primer resquicio de asiento que ves. Spoiler: sale mal.
Repites patrones eligiendo al mismo modelo de persona una y otra vez. Sacias el hambre inmediato, pero no tiene nada de nutritivo (emocionalmente). Sientes el vacío, aunque creas que lo has llenado, porque no has trabajado previamente tu propio yo.
No sabes quién eres. Con tanta prisa por encontrar una nueva pareja, te lanzas en piloto automático sin prestar atención a tus verdaderas necesidades. No sabes qué quieres, qué precisas ni qué aspiraciones tienes. Es la relación con la otra persona lo que acaba definiéndote y dándote forma a semejanza de su personalidad, no la tuya.
Evita huir de tus sentimientos y ten paciencia. Esto lleva un proceso que resultará más o menos largo, pero es necesario para deshacerse de las lianas, podarlas y poder comenzar una relación sana.
Cuando hablamos de duelo se nos vienen a la mente cosas truculentas, pero lo cierto es que cualquier pérdida es susceptible de necesitar un duelo, aunque este varíe en duración o intensidad.
Deja de caer en lo mismo una y otra vez, y aprovecha el duelo para plantear de nuevo tus prioridades.
Apóyate en tu círculo íntimo y desahógate. Verbalizar cómo te sientes te ayudará a verlo, con tiempo, con una nueva perspectiva. Saca aquello que te duele para evitar que se enquiste.
Habla con tu familia y amistades y, si lo necesitas, solicita asistencia psicológica; no eres débil por pedir ayuda.
El tiempo que deberás darte dependerá de lo que necesites. No te presiones poniéndote fechas límite como si tuvieras que entregar un proyecto. Cada herida, en cada persona, requiere de unos cuidados. Desintoxícate de las relaciones liana.
Supera día a día, a tu ritmo.
Quizá sea un gran momento para conocerte de nuevo. Descubrir qué sientes, cómo te hace sentir eso, o cuál es el motivo de ello.
El acompañamiento psicológico será un gran apoyo en esta fase, si lo necesitas, especialmente para ayudarte a terminar con la dinámica de las relaciones liana. Te ayudará a encontrarte de nuevo y abrazar quién eres y qué sientes.
Cargar a otra persona con la responsabilidad de hacer que superes tu relación anterior es terrible. Nadie tiene la obligación de curar y servir de muleta para que, cuando la herida esté curada, pases de su cara para buscar una nueva liana.
Plantéate tus necesidades y los motivos por los que comenzar una nueva relación. ¿Por qué necesitas a otra persona? ¿Qué buscas en la nueva relación? ¿Por qué quieres una pareja? ¿Estás en buenas condiciones para ello? ¿Serás capaz de separar tus experiencias anteriores de esta nueva?
Emplea el tiempo redescubriendo pasiones, recuperando contacto con amistades, retomando aficiones o visitando nuevos lugares. El amor, cuando sea el momento, llegará.
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